jueves, 11 de noviembre de 2010

Clarice Lispector

Pues nada, dejo un cuentillo que me encantó...

No hay araña tan hacendosa como Viuda Negra. Pasa la vida estudiando las telas que se tejen en los nidos de la oscuridad y reparando éste o aquel error. A veces trata de copiar los diseños que admira pero los resultados de su trabajo son insignificantes, apenas torpes correcciones del arte ajeno. Aracne, su amiga, le ha recomendado que observe los dibujos de su propio cuerpo y trate de reproducirlos. Sobre el abdomen de Viuda Negra hay una fosforescencia roja en forma de reloj de arena, pero sólo la naturaleza podría tejer algo así. Una noche Viuda Negra conoce a Araño, y queda deslumbrada por la rapidez con que arma sus telas maravillosas y la felicidad sencilla con que las imagina. Piensa que tal vez Araño pueda tejer un reloj de arena que brille en la noche. Le ofrece que compartan el nido y examinen juntos las imperfecciones de las telas ajenas. Cuando encuentra manchas marrones en uno de los tejidos más luminosos, se obstina en corregirlas y limpiarlas. Araño se niega, porque aduce que el arte es lo que es. Viuda Negra se indigna y en el frenesí de la pelea están a punto de devorarse. Viuda Negra es astuta, teme la fuerza de Araño y resuelve vencerlo con una treta humillante. Le pide que despliegue por última vez una de sus telas inverosímiles. Araño es vanidoso y no se puede negar. Suelta con fuerza sus hilos como si fueran las plumas de un pavo real y cuando lo ve bien hinchado por la belleza de su soberbia, Viuda Negra, que ha calculado cada movimiento, le clava un aguijón fatal en la cabeza. Araño cae fulminado y ni siquiera advierte las feroces mordeduras con las que Viuda Negra lo desgarra para alimentarse. Ha tomado ya todo lo que se podía tomar de él.Vacío y moribundo, Araño no le sirve más.

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